Las visiones y los mundos. Sendas visionarias de la Amazonía Occidental (primera edición chilena)

0 0
Read Time:8 Minute, 27 Second

Ha salido el primer libro publicado por Señor Litre Editor, el sello del Proyecto Supay Wasi. El autor de esta obra es Pedro Favaron y la presente obra es parte de su tesis de doctorado en la Universidad de Montreal en Canadá. El autor es comunero empadronada de la Comunidad Nativa de Santa Clara, del pueblo shinibo-konibo y lleva más de 20 años trabajando con plantas medicinales del Perú y con médicos tradicionales de distintos pueblos indígenas, tanto de la región andino-amazónica como de Norteamérica. Fundador y director de la Clínica de Médicina Tradicional Nishi Nete. Vive en Yarinachocha, Departamento Ucayali -Perú.

La primera edición fue publicada en Perú en año 2017 por el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y la nuestra es la primera edición chilena. Para esta edición el autor preparó las siguientes palabras, a modo de prólogo, que compartimos para quienes se interesen en esta interesante obra sobre las sendas visionarias de la Amazonía Occidental.

****

Prólogo a la edición chilena

Estimado lector,

El libro que usted lee ahora, me ha traído entrañable satisfacción. Con él pude doctorarme en la Universidad de Montreal y culminar así un proceso intenso de 12 años de formación universitaria, en el que la libertad de mi ser nunca se sintió plenamente expresada; en las aulas  tuve que preservarme frente a la domesticación del pensamiento que suelen practicar las instituciones universitarias de nuestro tiempo, herederas de la modernidad ilustrada y con una tendencia a generar cátedras cada vez más burocráticas. A pesar de mis críticas al campo universitario contemporáneo, este trabajo es fruto de una rigurosa investigación, que me permitió legitimarlo frente a un estricto jurado, aunque no sin tensiones: los paradigmas hegemónicos en las ciencias sociales y humanas, suelen sentirse amenazados frente a toda escritura libre y poética; el materialismo imperante regaña de las inclinaciones espirituales y desconfía de las racionalidades indígenas. La formación académica me ha permitido contrastar mi pensamiento con el de mis colegas, ser prolijo en mis investigaciones y estar atento a los matices; sin embargo, considero que perder el ánimo autodidacta y ceñir nuestra formación a las demandas de especialización de las distintas facultades, atenta contra el alma original que debe animar toda pedagogía verdadera: conocerse a uno mismo para habitar el mundo con sabiduría, libertad, belleza y ética, de forma saludable y plena.

Muchos de mis colegas realizan sus trabajos de investigación aplicando las metodologías dominantes y los giros lingüísticos aceptados, sabiendo que de tal manera accederán a becas y podrán hacer carrera. Existen sutiles mecanismos económicos que disciplinan el pensamiento y la labor intelectual. No cabe duda de que, a pesar de los procesos críticos al interior de las universidades modernas, sigue habiendo una prevalencia de un pensamiento eurocéntrico cada vez más hastiado de sí mismo y, muchas veces, estéril, ensimismado y narcisista. Los llamados estudios decoloniales anuncian, hace ya cierto tiempo, la necesidad de pensar desde epistemologías y ontologías distintas al pensamiento ilustrado; sin embargo, percibo que si bien  vaticinan esta intención con no poca pompa, pocos llegan a realizarla. Es como si señalaran una costa distante que nunca alcanzan. Esto se debe, no me cabe duda, a que la decolonialidad es ante todo un programa ideológico y político que no puede terminar de liberarse del materialismo positivista y dialéctico de su herencia marxista; su meta principal, a mi entender, es desmontar la modernidad ilustrada y, por lo tanto, está todavía demasiado condicionado por aquello que critica con tanta vehemencia. La propuesta de mi trabajo, en cambio, se percibe libre de este condicionamiento dialectico. Pretendo dar un pequeño aporte para pensar la existencia y al ser humano desde una racionalidad poética, desde un pensamiento del corazón, desde una episteme de las visiones y de los sueños, que son dinámicas propias de las reflexiones indígenas de la Amazonía occidental. Como todo itinerario intelectual, se trata de una propuesta en formación, de un proceso inacabado; en los trabajos que vengo publicando ahora, pienso haber llevado este intento aún más lejos. Mi vocación es realizar un pensamiento filosófico intercultural, en el que los saberes ancestrales de los pueblos indígenas puedan expresarse a sí mismos sin la necesidad de calzar de forma artificial en los giros lingüísticos y metodológicos de la academia moderna. Si conseguimos esto, lo ancestral podrá dialogar con la ciencia en igualdad de condiciones, sin resentimientos ni complejos, buscando los acuerdos y preservando las divergencias.     

La escritura de este libro no solo me ha demando profundizar en el conocimiento de la literatura oral de la Amazonía occidental y realizar una prolongada pesquisa etnográfica; ante todo, lo que yo buscaba eran respuestas a mis profundas inquietudes espirituales. Entiendo el valor insustituible de una etnografía seria y creo que, en este sentido, mi trabajo destaca por su solidez, ya que llevo años conviviendo con pueblos indígenas y, gracias a mi matrimonio con Chonon Bensho, soy incluso miembro de la comunidad nativa Santa Clara de Yarinacocha. Pertenezco por afinidad a una familia que ha practicado la medicina ancestral desde antiguo y convivo permanentemente con nuestros parientes, lo que me ha permitido un acceso privilegiado y afortunado a un manantial de sabiduría inagotable. Sin embargo, mi interés no se centra solo en dar a conocer las peculiaridades culturales de los pueblos amazónicos, sino en el profundo aporte filosófico y espiritual que los saberes ancestrales pueden brindar al pensamiento humano. Aprender estos saberes y ser capaz de expresarlos de una forma en que puedan ser comprensibles para lectores de distintas procedencias, me ha demandado atravesar los procesos de educación ancestral, incorporar biológicamente estos conocimientos y consagrar mi vida, de forma unánime, a la medicina de los antiguos. Los procesos iniciáticos no me han enajenado de mi propia raíz cultural y espiritual, sino que por el contrario me han permitido vincularme con mi propia ancestralidad. He reaprendido a pensar con el corazón, a conversar con los territorios y con las plantas, y he recordado algo que, desde mi temprana juventud, intuía con ánimo poético: que todos los seres están vivos, tienen inteligencia, participan del lenguaje y proceden de una fuente común, que nos emparenta y nos demanda un cuidado compartido.

En un ensayo titulado Plant Theory in Amazonian Literature, el profesor Juan Duchesne, de la Universidad de Pittsburgh, afirma que el libro Las Visiones y los Mundos propone un pensamiento íntimamente vinculado con el territorio (“thinking with the territory”). Este pensamiento cardiaco y geológico me permite desplegar una escritura que, si bien no es del todo ajena a la teoría crítica, puede prescindir de sus limitaciones metodológicas. Procuro reflexionar desde una perspectiva que se absuelve de los límites paradigmáticos de la modernidad, capaz de afirmar (para escándalo del positivismo, pero sin ningún complejo) que las plantas no son objetos de estudio, sino sujetos de pensamiento y de conocimiento, seres vivos bajo el cuidado de espíritus maestros que nos tramiten sus saberes en sueños y visiones. Según señala Juan Duchesne, esta afirmación (de hondas implicancias filosóficas) es el más agudo reto que este libro lanza a la epistemología y a la ontología moderna. Y dice, además, “que cada palabra de este libro [Las visiones y los mundos], explicando las sutilezas de las enseñanzas espirituales y filosóficas que brindan las plantas visionarias, vale más que miles de palabras de la teoría decolonial y postcolonial”. Ha de entenderse que cito estas palabras del profesor Duchesne con humildad y contento, ya que se trata de un reconocido académico de amplia trayectoria que me honra con su generoso interés; lo que busco, al traer a colación estas citas, es aclarar que este libro ha sido realizado desde un íntimo diálogo con los sabios amazónicos, escuchándolos con atención y respeto, en completa apertura espiritual y experimentando sus saberes y desplazamientos espirituales. Esta escucha me ha llevado a conversar con las plantas y con los espíritus: he tratado de transmitir, al menos en cierta medida, lo que he entendido en estos diálogos, y procuraré hacerlo cada vez más.

Cierro estas palabras expresando mi agradecimiento a Patricio Barría por esta edición chilena. Siendo yo peruano-argentino, tengan un amor profundo, en cada caso distinto, por las dos naciones que unen las fronteras de mis países: Chile y Bolivia. Ya que recibí mi educación escolar en el Perú, me fue inevitable compartir, por un tiempo breve, ese prejuicio resentido que muchos peruanos tienen hacia Chile, debido a la derrota en la Guerra del Pacífico; sin embargo, no es difícil entender que tal enfrentamiento bélico fue decidido por los intereses de dos élites corruptas y las maniobras corsarias de los capitales ingleses. Al conocer Chile, resulta digno de admirar la sobriedad, la dignidad, el orden y la laboriosidad de buena parte de su pueblo; y también el ánimo dialogante de muchos, siendo posible encontrar unos cuantos filósofos populares, poseedores de sabrosos refranes, entre los vendedores de huesillo y los pescadores que gustan del curanto. He de reconocer que, a pesar de lo que comúnmente se piensa, tengo la impresión (compartida con mi esposa) de que el racismo es más agudo en el Perú que en Chile. Y también que hay un creciente interés, a pesar de la violenta historia oficial y del evidente desencuentro cultural de muchos chilenos, por los saberes ancestrales indígenas. Siendo personas nacidas y criadas cerca a la costa del Pacífico sudamericano, en diálogo íntimo desde la infancia con las aguas heladas de la corriente de Humboldt y los desiertos, la selva amazónica es para nosotros algo así como un opuesto radical; pero como en el pensamiento indígena los opuestos están llamados a complementarse, la inmersión en la verde humedad amazónica nos permite el reencuentro con lo negado u olvidado del propio ser. Desde antiguo ha existido intercambio entre los pueblos costeros y amazónicos, como lo prueban las plumas de aves amazónicas en el templo de Caral; peregrinar a la Amazonía puede ayudar a despertar nuestra propia vinculación con los elementos primigenios que posibilitan nuestra vida y dan sentido a nuestros pálpitos y respiros.

Pedro Favaron, San José de Yarinacocha, junio 2020

****

Quienes deseen adquirir esta obra pueden revisar el siguiente link www.editorial.supaywasi.org/tienda

About Post Author

admin

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *