Descarga Gratuita del Boletín Mamakochandes #1 del Proyecto Supay Wasi
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El Boletín MamaKochandes, es un medio de difusión e información sobre las temáticas y actividades del Proyecto Supay Wasi, esto es, la descolonización de la historia, el folclor, “medio ambiente” y espiritualidad de los territorios del Norte Chico de Chile y los Andes. En esta publicación podrás encontrar entrevistas, noticias, reportajes y artículos, además de informarte de las actividades de nuestro proyecto y de sus colaboradores.
ÍNDICE
-Pullayes, tejiendo historias por Redacción Supay Wasi
-Baile Chino Adoratorio Cerro Mercachas: 10 años de resistencia espiritual en Aconcagua por Redacción Supay Wasi
-El Culebrón de Cabritería por Juan Verde
-Koshi sama: Los mundos espirituales y la fuerza de la dieta por Inin Niwe (Pedro Favaron) y Chonon Bensho
-Espíritus Dueños y Guardianes de la naturaleza por Patricio Barría
Ha salido el primer libro publicado por Señor Litre Editor, el sello del Proyecto Supay Wasi. El autor de esta obra es Pedro Favaron y la presente obra es parte de su tesis de doctorado en la Universidad de Montreal en Canadá. El autor es comunero empadronada de la Comunidad Nativa de Santa Clara, del pueblo shinibo-konibo y lleva más de 20 años trabajando con plantas medicinales del Perú y con médicos tradicionales de distintos pueblos indígenas, tanto de la región andino-amazónica como de Norteamérica. Fundador y director de la Clínica de Médicina Tradicional Nishi Nete. Vive en Yarinachocha, Departamento Ucayali -Perú.
La primera edición fue publicada en Perú en año 2017 por el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y la nuestra es la primera edición chilena. Para esta edición el autor preparó las siguientes palabras, a modo de prólogo, que compartimos para quienes se interesen en esta interesante obra sobre las sendas visionarias de la Amazonía Occidental.
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Prólogo a la edición chilena
Estimado lector,
El libro que usted lee ahora, me ha traído entrañable satisfacción. Con él pude doctorarme en la Universidad de Montreal y culminar así un proceso intenso de 12 años de formación universitaria, en el que la libertad de mi ser nunca se sintió plenamente expresada; en las aulas tuve que preservarme frente a la domesticación del pensamiento que suelen practicar las instituciones universitarias de nuestro tiempo, herederas de la modernidad ilustrada y con una tendencia a generar cátedras cada vez más burocráticas. A pesar de mis críticas al campo universitario contemporáneo, este trabajo es fruto de una rigurosa investigación, que me permitió legitimarlo frente a un estricto jurado, aunque no sin tensiones: los paradigmas hegemónicos en las ciencias sociales y humanas, suelen sentirse amenazados frente a toda escritura libre y poética; el materialismo imperante regaña de las inclinaciones espirituales y desconfía de las racionalidades indígenas. La formación académica me ha permitido contrastar mi pensamiento con el de mis colegas, ser prolijo en mis investigaciones y estar atento a los matices; sin embargo, considero que perder el ánimo autodidacta y ceñir nuestra formación a las demandas de especialización de las distintas facultades, atenta contra el alma original que debe animar toda pedagogía verdadera: conocerse a uno mismo para habitar el mundo con sabiduría, libertad, belleza y ética, de forma saludable y plena.
Muchos de mis colegas realizan sus trabajos de investigación aplicando las metodologías dominantes y los giros lingüísticos aceptados, sabiendo que de tal manera accederán a becas y podrán hacer carrera. Existen sutiles mecanismos económicos que disciplinan el pensamiento y la labor intelectual. No cabe duda de que, a pesar de los procesos críticos al interior de las universidades modernas, sigue habiendo una prevalencia de un pensamiento eurocéntrico cada vez más hastiado de sí mismo y, muchas veces, estéril, ensimismado y narcisista. Los llamados estudios decoloniales anuncian, hace ya cierto tiempo, la necesidad de pensar desde epistemologías y ontologías distintas al pensamiento ilustrado; sin embargo, percibo que si bien vaticinan esta intención con no poca pompa, pocos llegan a realizarla. Es como si señalaran una costa distante que nunca alcanzan. Esto se debe, no me cabe duda, a que la decolonialidad es ante todo un programa ideológico y político que no puede terminar de liberarse del materialismo positivista y dialéctico de su herencia marxista; su meta principal, a mi entender, es desmontar la modernidad ilustrada y, por lo tanto, está todavía demasiado condicionado por aquello que critica con tanta vehemencia. La propuesta de mi trabajo, en cambio, se percibe libre de este condicionamiento dialectico. Pretendo dar un pequeño aporte para pensar la existencia y al ser humano desde una racionalidad poética, desde un pensamiento del corazón, desde una episteme de las visiones y de los sueños, que son dinámicas propias de las reflexiones indígenas de la Amazonía occidental. Como todo itinerario intelectual, se trata de una propuesta en formación, de un proceso inacabado; en los trabajos que vengo publicando ahora, pienso haber llevado este intento aún más lejos. Mi vocación es realizar un pensamiento filosófico intercultural, en el que los saberes ancestrales de los pueblos indígenas puedan expresarse a sí mismos sin la necesidad de calzar de forma artificial en los giros lingüísticos y metodológicos de la academia moderna. Si conseguimos esto, lo ancestral podrá dialogar con la ciencia en igualdad de condiciones, sin resentimientos ni complejos, buscando los acuerdos y preservando las divergencias.
La escritura de este libro no solo me ha demando profundizar en el conocimiento de la literatura oral de la Amazonía occidental y realizar una prolongada pesquisa etnográfica; ante todo, lo que yo buscaba eran respuestas a mis profundas inquietudes espirituales. Entiendo el valor insustituible de una etnografía seria y creo que, en este sentido, mi trabajo destaca por su solidez, ya que llevo años conviviendo con pueblos indígenas y, gracias a mi matrimonio con Chonon Bensho, soy incluso miembro de la comunidad nativa Santa Clara de Yarinacocha. Pertenezco por afinidad a una familia que ha practicado la medicina ancestral desde antiguo y convivo permanentemente con nuestros parientes, lo que me ha permitido un acceso privilegiado y afortunado a un manantial de sabiduría inagotable. Sin embargo, mi interés no se centra solo en dar a conocer las peculiaridades culturales de los pueblos amazónicos, sino en el profundo aporte filosófico y espiritual que los saberes ancestrales pueden brindar al pensamiento humano. Aprender estos saberes y ser capaz de expresarlos de una forma en que puedan ser comprensibles para lectores de distintas procedencias, me ha demandado atravesar los procesos de educación ancestral, incorporar biológicamente estos conocimientos y consagrar mi vida, de forma unánime, a la medicina de los antiguos. Los procesos iniciáticos no me han enajenado de mi propia raíz cultural y espiritual, sino que por el contrario me han permitido vincularme con mi propia ancestralidad. He reaprendido a pensar con el corazón, a conversar con los territorios y con las plantas, y he recordado algo que, desde mi temprana juventud, intuía con ánimo poético: que todos los seres están vivos, tienen inteligencia, participan del lenguaje y proceden de una fuente común, que nos emparenta y nos demanda un cuidado compartido.
En un ensayo titulado Plant Theory in Amazonian Literature, el profesor Juan Duchesne, de la Universidad de Pittsburgh, afirma que el libro Las Visiones y los Mundos propone un pensamiento íntimamente vinculado con el territorio (“thinking with the territory”). Este pensamiento cardiaco y geológico me permite desplegar una escritura que, si bien no es del todo ajena a la teoría crítica, puede prescindir de sus limitaciones metodológicas. Procuro reflexionar desde una perspectiva que se absuelve de los límites paradigmáticos de la modernidad, capaz de afirmar (para escándalo del positivismo, pero sin ningún complejo) que las plantas no son objetos de estudio, sino sujetos de pensamiento y de conocimiento, seres vivos bajo el cuidado de espíritus maestros que nos tramiten sus saberes en sueños y visiones. Según señala Juan Duchesne, esta afirmación (de hondas implicancias filosóficas) es el más agudo reto que este libro lanza a la epistemología y a la ontología moderna. Y dice, además, “que cada palabra de este libro [Las visiones y los mundos], explicando las sutilezas de las enseñanzas espirituales y filosóficas que brindan las plantas visionarias, vale más que miles de palabras de la teoría decolonial y postcolonial”. Ha de entenderse que cito estas palabras del profesor Duchesne con humildad y contento, ya que se trata de un reconocido académico de amplia trayectoria que me honra con su generoso interés; lo que busco, al traer a colación estas citas, es aclarar que este libro ha sido realizado desde un íntimo diálogo con los sabios amazónicos, escuchándolos con atención y respeto, en completa apertura espiritual y experimentando sus saberes y desplazamientos espirituales. Esta escucha me ha llevado a conversar con las plantas y con los espíritus: he tratado de transmitir, al menos en cierta medida, lo que he entendido en estos diálogos, y procuraré hacerlo cada vez más.
Cierro estas palabras expresando mi agradecimiento a Patricio Barría por esta edición chilena. Siendo yo peruano-argentino, tengan un amor profundo, en cada caso distinto, por las dos naciones que unen las fronteras de mis países: Chile y Bolivia. Ya que recibí mi educación escolar en el Perú, me fue inevitable compartir, por un tiempo breve, ese prejuicio resentido que muchos peruanos tienen hacia Chile, debido a la derrota en la Guerra del Pacífico; sin embargo, no es difícil entender que tal enfrentamiento bélico fue decidido por los intereses de dos élites corruptas y las maniobras corsarias de los capitales ingleses. Al conocer Chile, resulta digno de admirar la sobriedad, la dignidad, el orden y la laboriosidad de buena parte de su pueblo; y también el ánimo dialogante de muchos, siendo posible encontrar unos cuantos filósofos populares, poseedores de sabrosos refranes, entre los vendedores de huesillo y los pescadores que gustan del curanto. He de reconocer que, a pesar de lo que comúnmente se piensa, tengo la impresión (compartida con mi esposa) de que el racismo es más agudo en el Perú que en Chile. Y también que hay un creciente interés, a pesar de la violenta historia oficial y del evidente desencuentro cultural de muchos chilenos, por los saberes ancestrales indígenas. Siendo personas nacidas y criadas cerca a la costa del Pacífico sudamericano, en diálogo íntimo desde la infancia con las aguas heladas de la corriente de Humboldt y los desiertos, la selva amazónica es para nosotros algo así como un opuesto radical; pero como en el pensamiento indígena los opuestos están llamados a complementarse, la inmersión en la verde humedad amazónica nos permite el reencuentro con lo negado u olvidado del propio ser. Desde antiguo ha existido intercambio entre los pueblos costeros y amazónicos, como lo prueban las plumas de aves amazónicas en el templo de Caral; peregrinar a la Amazonía puede ayudar a despertar nuestra propia vinculación con los elementos primigenios que posibilitan nuestra vida y dan sentido a nuestros pálpitos y respiros.
Pedro Favaron, San José de Yarinacocha, junio 2020
En el siguiente texto analizaremos tres casos de historias y prácticas, en Elqui, Limarí y Aconcagua, en torno a cierto tipo de niñas, las cuales en un momento de la historia –según los relatos orales– abandonaron sus cuerpos humanos para convertirse en roca, un proceso de litificación, que desde nuestro punto de vista es parte central de la espiritualidad local de los Valles Transversales del Norte Chico y Valle de Aconcagua en Chile.
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Por Patricio Barría. En: Cuadernos Supay Wasi #5 (ISSN 0719-9600)
Virgen de la Piedra de Combarbalá
En el siguiente texto analizaremos tres casos de historias y prácticas, en Elqui, Limarí y Aconcagua, en torno a cierto tipo de niñas, las cuales en un momento de la historia –según los relatos orales– abandonaron sus cuerpos humanos para convertirse en roca, un proceso de litificación, que desde nuestro punto de vista es parte central de la espiritualidad local de los Valles Transversales del Norte Chico y Valle de Aconcagua en Chile.
Estas piedras-niñas son marcadores importantes del paisaje, tanto por su ubicación y su tamaño como por sus formas sugerentes, que dan cuenta de lo que habita en ella y ,creemos que, en cierto sentido, conectan la espiritualidad local-actual con su herencia prehispánica.
Este texto es un pequeño avance de un estudio mayor sobre descolonización de la historia, el folclor y la espiritualidad local llevado a cabo en el Proyecto Supay Wasi, un movimiento de los recuerdos. Los materiales sobre los que nos basamos para el presente texto son, principalmente, relatos orales y observaciones etnográficas, así como fuentes escritas de prensa local y otras como recopilaciones de leyendas.
La Piedra Mona de Chañar Blanco (Paihuano)
Hasta hace un poco más de dos décadas existía una de estas niñas petrificadas, en la localidad de Chañar Blanco, comuna de Paihuano, Valle de Elqui:
“Dicen que en esta zona vivían una madre con su hija pero la niña era llevada a sus ideas y no hacía caso a la madre, un día la madre mandó a la niña a comprar y esta no quizo…le gritó a la madre y la madre le levantó la mano para pegarle…la niña salió corriendo al cerro, y como en esos tiempos los indios hacían mucho pacto con el diablo, y manejaban la magia negra, la madre maldijo a la niña y la convirtió en la Piedra Mona de Chañar Blanco…”
Entre los diferentes sucesos que mostraban la vida humana de la roca está la aparición de una coloración roja de manera cíclica:
“En esa roca dice que se convirtió la niña por la maldición que su madre le tiró…todos los meses la roca se ponía roja y decían que era por la menstruación de la niña”
También se cuenta que esta roca tenía cierta virtud de dar buena suerte o conceder favores a quienes se lo solicitaban.
La Piedra de la Mona se encontraba junto al camino que conducía hacia el interior del valle hasta 1996, aquel año como parte de la pavimentación de la ruta, la piedra fue destruída (si alguien posee alguna fotografía de la roca haga el favor de compartirla):
“En Paihuano se contaba siempre la historia de esa piedra hasta que la destruyeron cuando fue la pavimentación…como que de ahí nadie más habló del tema”
La Piedra de la Santa de Llay-Llay
Cerca de la ciudad de Llay-Llay –ubicada apenas a 87 kilómetros de Santiago, la capital de Chile– existe una niña de piedra, que a diferencia de lo ocurrido en el Valle de Elqui, está en pie actualmente, y no solo eso, también forma parte de ciertas prácticas espirituales muy populares en la actualidad.
“Se dice que había una niña que vivía en Llay-Llay con su madrastra y su padre trabajaba fuera. Tenia unos 7 o 6 años y le tocaba trabajar duramente cuidando las cabras y otras labores de su casa. La madrastra trataba muy mal a la pobrecita y la castigaba mucho…ella se refugiaba en el cerro…un día que estaba muy afligida por lo que pasaba la mandaron a buscar leña al cerro y ahí se puso a rezarle a su mamá que ya no quería volver nunca más a la casa de su madrasta y que quería estar con ella para siempre…entonces fue que se convirtió en piedra…cuando la fueron a buscar encontraron una piedra con la forma de la niña y supieron lo que había pasado…desde ese momento los lugareños empezaron a ir a la piedra a prenderle velas y a hacerle mandas, se dice que es muy milagrosa y cumplidora.”
El producto de la actividad de espiritual de pedidos y ofrendas a esta niña de roca, se manifiesta en la actualidad en el fervor religioso de la comunidad de Llay-Llay con la Piedra de la Santa. Hay numerosas personas que realizan sus mandas periódicamente y además esta roca sagrada posee su propio baile chino: el Baile Chino Piedra Santa de la Comuna de Llay-Llay. Este baile esta inserto dentro de la tradición de los bailes chinos del Valle de Aconcagua. Los bailes chinos, como ya se ha dicho repetidamente:
“Son cofradías de músicos danzantes que expresan la tradición espiritual de los Valles Transversales de Chile. Se ha planteado que sus antecedentes están en las culturas prehispánicas de Aconcagua y el Norte Chico de Chile. Uno de los elementos que más se han destacado sobre estas expresiones, entre los investigadores, ha sido la música y su peculiar sonido, denominado el “sonido rajado”, que emparenta esta tradición local con un amplio horizonte andino de expresión ritual desde tiempos prehispánicos. Actualmente y desde tiempos coloniales, esta tradición se inscribe dentro del catolicismo popular e integra tanto las tradiciones coloniales católicas como las locales. La flauta china, el instrumento característico de estas cofradías, está compuesto por dos tubos de madera o de caña, embutidos y con una medida adecuada que permite la ejecución correcta del sonido rajado.”
(Boletín Mamakochandes #1)
En el siguiente link pueden ver una entrevista realizada al alférez del Baile Chino Piedra Santa, donde el narra la historia y motivación de su cofradía:
https://www.youtube.com/watch?v=trpv8N5q0as
Una historia o leyenda local, que se extiende a partir de esta historia original, es la de un hombre que intentó destruir esta roca y producto de ello, como castigo por esa mala intención, sus hijos nacieron sordos y mudos. Esto daría cuenta de la capacidad defensiva de aquel territorio y del papel de guardiana de la Piedra Santa.
El año 2018 hubo gran revuelo en la comunidad de Llay-Llay, se corrió la noticia de que el cerro donde se emplaza la Piedra Santa había sido vendido a un particular y el propietario tenía la intención de plantar paltos en aquel lugar por lo tanto el cerro sería destruido y la Piedra Santa igualmente. Tal oscuro destino para aquel cerro tenía mucho fundamento, ya que en la zona los mono-cultivos industriales de palta cubren cerros enteros en aquel sector del Valle de Aconcagua y para implantar tales cultivos se debe destruir todo lo existente, así como la vegetación nativa y las rocas de gran tamaño son dinamitadas para dar todo el lugar a las plantaciones.
Si bien, la razón más esgrimida durante esta movilización fue la lucha contra la depredación del agua por el mono-cultivo, también se manifestó como una de las razones fundamentales para los pobladores, la lucha por la protección de la Piedra Santa y lo que esta significa como símbolo de Llay-Llay y como lugar de fe y peregrinación.
Peregrinos en la Piedra Santa. Fuente: Comunicaciones Llay Llay
La Virgen de la Piedra Blanca de Combarlalá
Llegamos al tercer caso que analizaremos en esta oportunidad, La Virgen de la Piedra Blanca, la más popular de las niñas de piedra de todos los territorios en cuestión y cuya adoración concita la adhesión de varios miles de fieles el día de su fiesta.
La fiesta es esta niña-virgen-piedra se realiza anualmente el primer domingo de mayo, en la localidad de La Isla en el Valle de Cogotí, Provincia de Limarí, Región de Coquimbo, lugar donde se emplaza esta maravilla. Suelen llegar aproximadamente entre 7.000 y 20.000 fieles en los últimos años para esta festividad, en una localidad en la que viven regularmente unas 200 personas.
La historia de esta niña o doncella de piedra es más intrincada que las anteriores, producto de la magnitud de la celebración y de su institucionalización como festividad de la Iglesia Católica, aunque sin embargo esta fiesta fue prohibida al principio por la iglesia como veremos más adelante.
En publicaciones oficiales se menciona que esta celebración tuvo su origen en la década del 1930, cuando un lugareño “encontró” la virgen convertida en roca:
“Los orígenes de la fiesta se remontan hacia el año 1930, cuando se descubrió en la localidad de La Isla una roca que se identifica con la imagen de la Virgen, la que se encuentra en la parte alta de un cerro del sector. En los inicios, hubo dificultad de parte de la Iglesia de Combarbalá en aceptar la devoción, pero con el transcurso del tiempo la devoción fue aceptada y atendida espiritual y pastoralmente.”
(Francisco Mesa Jerez Diácono en Tránsito Parroquia de Combarbalá)
Sin embargo testimonios de antiguos habitantes y promeseros cuentan que esta tradición es mucho más antigua y que antes era solo una tradición de algunos lugareños. Sobre todo hay una versión bastante difundida en la memoria oral local, que no aparece en las versiones oficiales, ya que es una historia que cuadra mucho menos con la ortodoxia católica que la simple historia de un humilde y ferviente campesino que vio a la Virgen María manifestada en piedra:
“ …Se dice que lo que pasó fue que a una joven le prohibieron casarse con un campesino, entonces la niña se arrancó de su casa y se escondió entre los peñascos, entre las piedras…entonces la mamá le lanzó una maldición y le dijo: ahh como a ti te gusta esconderte entre las piedras entonces piedra serás y en el acto se convirtió en piedra.”
Tenemos otra versión muy similar a esta que ha sido publicada en la revista Combarbalá:
“Según cuenta la leyenda una joven lugareña se fugó de su casa al no tener la aprobación de su madre para contraer matrimonio con un joven agricultor. En su escape llegó a refugiarse en la pared de piedra ubicada en la Isla, su madre la maldijo y ella se convirtió en roca sólida. Tiempo más tarde vecinos del sector descubrieron el lugar y se convirtió con los años en centro de peregrinaje y milagros atribuidos a la imagen.”
A partir de la década del 30 lo que sucede es la relación que se otorga a la joven de piedra con la Virgen María, cuando un grupo de feligreses católicos de la familia Castillo, al mando de Gabino Mateo Castillo, re-descubrieron esta imagen como Virgen María, dando un nuevo impulso a la historia de la niña de piedra, esta vez como una Virgen María. En un principio la relación de la iglesia católica y el culto a la Virgen de la Piedra fue conflictivo:
“Cuentan que el Párroco de aquellos años, P. Pedro Muranda, constatando la creciente fe de los parroquianos en esta imagen, un día, se dirige al lugar, con la intención de dinamitarla; pero, en el camino, el caballo se espanta, lo lanza al suelo y se fractura una pierna. Este hecho es considerado por los lugareños como un castigo divino.”
(Blog Diaguita Ovallino)
Esta y otras acciones por parte de la iglesia para censurar el culto a la piedra terminaron teniendo el efecto contrario pues concitó la atracción de mayor cantidad de fieles que con el paso del tiempo llegaban de los diferentes territorios del Norte Chico de Chile y del Valle de Aconcagua. Con el tiempo la iglesia cambió su perspectiva y estrategia pastoral con respecto a esta tradición y decidió integrarla en su estructura para de ese modo controlar, hasta donde fuera posible, la evangelización del territorio, sobre todo en vistas a que la fiesta era lo suficientemente importante como para que la iglesia corra el riesgo de perder puntos en el campo de la espiritualidad popular local.
Discusión
Como vimos en esta revisión, las tres historias contienen relevantes puntos en común, el más obvio la litificación, la conversión de una niña o joven en piedra. El segundo punto es la capacidad o poder de esa roca-persona para otorgar favores a los humanos que se acercan a ella para solicitárselos, como parte de una manda. Después vemos una diferencia entre la tradición de Aconcagua con las otras dos de Elqui y Limarí, mientras en la primera, la conversión de la niña en piedra se debe a un rezo o petición de la misma niña, en los otros dos casos se debe a una maldición de la madre.
Nos parece oportuno mencionar que en el caso de Elqui, la historia parece tener un rumbo moralizador hacia cierto tema, en el sentido de que las versiones de la historia indican una transgresión por parte de la niña hacia la autoridad materna. Como castigo la madre convierte a la niña en roca. Mientras tanto en el caso de Virgen de la Piedra de Combarbalá, la joven es castigada por desacatar la decisión de su madre de no consentir su matrimonio. Nuevamente una transgresión a la autoridad materna ocasiona que la niña sea maldecida por su madre y transformada en roca.
Al contrario de las narraciones anteriores, en Aconcagua, la transgresión aparece realizada por la madrastra de la niña, quien la maltrata sicológica y físicamente y la conversión de la niña en piedra es parte de una acción de salvación por parte de su madre verdadera. Por lo tanto se constituye como una denuncia al abuso de la autoridad materna, hacia una manera ilegítima de ser madre.
Otro punto que queremos traer en esta discusión es la manera tradicional de entablar relación con estas entidades. En algunas zonas de los Andes y especialmente en el territorio chileno se utiliza el termino manda para hacer referencia a un voto o promesa hecha a la virgen, un santo, o a Dios pero ––más allá del significado hegemónico y desde la perspectiva de los lugareños– también se utiliza para realizar pactos o promesas con diferentes entidades poderosas que habitan el territorio como diablos, ánimas, cruces de los cerros, ancestros-cerros y como en estos casos: rocas vivas. Entonces hablar de manda es referirse a una categoría que sobrepasa ampliamente la definición eclesiástica y su deseo de orden pastoral. Una manda consiste básicamente en una relación de intercambio, un trato o pacto con algún específico ser, el cual tiene la potencia para cambiar la realidad de la persona solicitante del favor, mejorar su salud, mejorar su situación económica y familiar, en otros casos. A las posibilidades anteriormente mencionadas se suman, por ejemplo, la capacidad de poner a raya a los enemigos, entregar poder y riqueza u otorgar cualquier don. Los pagos que el solicitante debe hacer son acorde al pedido solicitado y al gusto y la usanza de la entidad y/o la tradición y al talante del solicitante, su fe, sus inclinaciones personales. Pueden ir desde prender una vela en el altar de la entidad hasta entregar el alma propia o de terceros ( en el caso del diablo u otros espíritus “poco católicos”), formar parte de una cofradía de baile religioso, etc. Este tipo de relacionalidad denominada manda, es principalmente, según lo visto en el campo, un pacto individual, que no precisa necesariamente la existencia de intermediarios humanos como sacerdotes u otros especialistas ceremoniantes, ya que una manda suele ser un secreto íntimo entre el promesante y la entidad con la cual se intercambia, aunque sea una petición a la Virgen de Andacollo, rodeada de decenas de miles de fieles, muchas veces ni la familia más cercana conoce los términos del pacto-promesa.
Palabras finales
Hemos presentado, muy resumidamente, tres casos que forman parte de un estudio mayor de espiritualidad popular y descolonización en los territorios del Norte Chico y Valle de Aconcagua (Chile). Hay otras niñas de piedra en estos territorios y sospechamos que era una tradición relativamente masificada y parte de una herencia prehispánica. A pesar de lo dicho es solo un primer acercamiento a estas temáticas poco comunes, por lo tanto queda mucho por discutir y por conocer.
En este contexto reivindicamos la práctica de la manda, como una manera legítima en este territorio para entablar relaciones con estas entidades, práctica que con todos sus matices, particularidades y transformaciones históricas, es transmitida al interior de las familias, de generación en generación, y posee la virtud de no ser ninguna recreación étnico-arqueológica, ni una espiritualidad new age ni una ritualidad montada como parte de algún paquete turístico.
Consideramos fundamental tener en cuenta la razón por la cual el pueblo profundo y la tradición local apela a estas prácticas. Su porqué, además de formar parte de la historia y tradición, principalmente es su eficacia comprobada. Se hace porque funciona.
Agradecimientos: Agradecemos a Malte por el envío de entrevistas realizadas por él sobre la Piedra de la Santa en Llay-Llay, en el contexto de la movilización socioambiental del 2018.
Referencias e información complementaria sobre la temática
Redacción Supay Wasi. “Baile Chico Adoratorio Cerro Mercachas: 10 años de resistencia espiritual en Aconcagua”. En: Boletín Mamakochandes #1, Señor Litre Editor, Ciudad de Vicuña.
Algarrobo centenario del bosque del sector Algarrobal. Archivo Supay Wasi
Durante el mes de enero pasado, tuvimos el honor de recibir la visita del Director del Museo Arqueológico de Los Andes, don Carlos Coros Villca. En aquella oportunidad nos concedió una entrevista, la cual pudimos realizar en conjunto con OtroNorte Comunicaciones. Aprovechamos aquella oportunidad para llevar a nuestro invitado a conocer algunos sitios arqueológicos importantes que se encuentran en este sector del Valle de Elqui donde habitamos, al interior de la Comuna de Vicuña.
Esta entrevista fue grabada en el sector de Algarrobal, un importante sitio patrimonial de este territorio, que cuenta con un extenso bosque de prosopis –lamentablemente amenazado por la extensión de la frontera agrícola– y alberga numerosas evidencias de nuestros antepasados desde el arcaico.
Las temáticas tratadas en esta interesante entrevista fueron, de modo general:
-La historia del Museo Arqueológico de Los Andes
-La arqueología en el Valle de Aconcagua, desde los orígenes
-Arqueología del Periodo Inca en Aconcagua
-El Cerro-huaca Mercachas, Michimalonco y la batalla con Pedro de Valdivia.
-El algarrobo en el pasado aconcagüino
Algunos de los temas más interesantes tratados durante esta entrevistas guardan relación al Cerro-huaca Mercachas, del Valle de Aconcagua. Carlos Coros escribió durante el año 2001, una interesante monografía publicada en la revista El Chaski que se titula El fuerte de Michimalonco y la batalla contra Pedro de Valdivia. La importancia de ese trabajo es, por un lado, la proposición del Cerro Mercacha como el lugar donde tuvo la decisiva batalla entre las huestes del Toqui Michimalonco contra los conquistadores europeos, en segundo lugar, aunque no menos importante, son las importantes perspectivas que se abren en la comprensión del topónimo del cerro. Haciendo uso de fuentes coloniales como el diccionario quechua español del jesuíta Diego Gonzales de Holguín –publicado originalmente en 1608 con el fin de cumplir con la conquista espiritual de los indígenas– encuentra el significado del topónimo mercachas, un tipo especial de huaca, un ancestro primigenio que fue el primero en poblar el territorio.
Otro punto que nos resultó muy importante son los hallazgos que este investigador ha realiuzado en torno al algarrobo, el árbol sagrado de los diaguita, que en las tierras picunches aparece como fundamental en la dieta ancestral aconcagüina.
Esta entrevista se la presentamos en dos formatos diferentes, en primer lugar, se presenta un video de de 24 minutos de duración y en segundo lugar la entrevista completa en formato audio que corresponde la tercer episodio del podcast del Proyecto Supay Wasi: El Fogón Elquino. a continuación están los link para acceder a ambos formatos.